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APRENDER LOS CAMINOS DE LA FUERZA


El próximo 18 de diciembre se estrena “Star Wars: El despertar de la fuerza”, la séptima entrega de una saga con millones de incondicionales en todo el mundo. La fecha se espera con ganas, y prueba de ello es que, desde su anuncio, el interés por la película no ha parado de crecer: trailers, teasers, eventos públicos y exposiciones nos han ido acercando al mundo de la fuerza, aunque Lucasfilm está sabiendo guardar muy bien su secreto, y todo son conjeturas sobre lo que nos depara este nuevo episodio.

La Guerra de las Galaxias

Pero lo mejor será empezar por el principio, en 1977, año en el que se estrenó el que sería el episodio IV. George Lucas venía de una experiencia vital compleja: tras casi matarse en un accidente, renunciaba a ser piloto de carreras. Pasó de estudiante estrella de la escuela de cine a casi destruir su carrera con su primer largometraje (la ahora película de culto THX 1138) junto a Francis Ford Coppola. Solo dos años después, devolvía lustre a su nombre con la modesta American Graffiti. Los años siguientes los pasará volcado en su criatura: renuncia a su sueño de adaptar Flash Gordon, y desarrolla un guión ¨original¨. Pero nada es fácil, y para conseguir el respaldo de Twentieth Century Fox, nuestro intrépido director se echa un órdago (el mejor de su vida), y renuncia a su sueldo a cambio del 40 % de la taquilla y de los derechos del merchandising del film -algo que en aquel entonces parecía una nadería, y ya sabemos cómo le fue.

Esta primera película es un cóctel imposible de western fordiano y el género de samuráis japonés. Un guión de esquema clásico permitía al espectador llenar los huecos de la historia (que son muchos, ya que comienza en un conflicto del que no sabemos nada), y lo que es tal vez más importante: que la imaginación del espectador pudiera dedicarse a filosofar sobre lo que sería la fuerza y las dinámicas de ese universo insondable. Los que no exigían ningún esfuerzo de fe eran los efectos especiales. Para aquella generación, la magia del cine daba un salto. El propio Lucas pasó un tiempo creando Industrial Light & Magic, la empresa que combinaba a extras con cascos de moto con antenas y naves que realmente parecían estar ahí, creando una realidad plausible.

El Imperio contraataca (1980) y El Retorno del Jedi (1983)

En siguientes entregas el enfoque no cambia. Quizás se potencia y alcanza el grado de mito, gracias a decisiones acertadas, como que Lucas cediera la dirección a Irvin Kershner, y que se centrara en áreas como su casa de efectos especiales o el llamado universo expandido: el desarrollo del mundo Star Wars fuera de las películas (comics, libros, televisión,…). Veremos cómo la galaxia es compleja y que, junto al Imperio, existen desde planetas abandonados a pequeñas industrias, sin olvidar el mundo del hampa galáctica. Además, se nos presenta una mitología que implica a unos protagonistas con otros.

Las nuevas trilogías

Hasta aquí todo bien, aunque siempre habrá peros, ya que hay quien considera que el creador buscaba en ocasiones el negocio por encima del criterio. Durante años se dijo que las trilogías anterior y posterior eran irrealizables. Pero resulto no ser así. Lucas se percató de que la vaca aun daba leche, y después de comprobar que la gente volvía en masa al cine para ver sus películas solo con un lavado de cara, se lanzó y dirigió las precuelas. ¿Y qué ocurrió? Que fueron películas de enorme presupuesto con las que buscaba la monumentalidad, nunca mejor dicho, imperial. Y los fans no vieron en este intento de atraer nuevas generaciones la sombra de lo que ellos hicieron grande. No es que ninguna fuese un desastre económico (ni siquiera la segunda, cuya recaudación se quedó casi en la mitad de la de su predecesora). Pero el afán de crear de nuevo cultura popular no le salió, ni fidelizó a toda una generación como esperaba. Se dijo entonces que la tercera trilogía era una quimera.

Y lo era, es verdad. El público no confiaba en el creador para afrontarla. Pero la saga aún hacía dinero (televisión, muñecos, camisetas,…). Y llegó Disney, y compró la franquicia. Y se demostró que aún había una masa que suspiraba porque el universo de Star Wars continuase su expansión. Existía un recelo, desde luego. ¿Dirigiría el padre de la criatura las nuevas entregas? Para tranquilidad de una gran mayoría no sería así. Con Lucas relegado a asesor, el proyecto voló de las manos de su favorito, Joe Johnston, para recalar en J.J. Abrams, que ya había triunfado con Star Treck. Pero la tarea de Abrams no sería fácil, ya que Star Wars es uno de los relatos de ficción con más fans a sus espaldas. Tiene todo para triunfar, pero la sombra de Lucas es alargada, y las comparaciones van a ser inevitables.

Esta nueva trilogía se sitúa treinta años más tarde de lo ocurrido en “El retorno del jedi”. El Imperio Galáctico ha sido derrotado, pero la Alianza Rebelde sigue luchando para traer paz a la galaxia. El Primer Orden toma el relevo como antagonista de la serie, y su principal objetivo es acabar con la Resistencia. Lucasfilm tenía claro que en esta nueva entrega no podía dejar atrás a los héroes de los tres episodios originales. Leia, Han Solo, Chewbacca y Luke Skywalker vuelven a la pantalla con el mítico elenco de actores (de los cuales solo Harrison Ford tuvo fortuna tras el éxito de Star Wars). Aquellos que en su día combatieron en Endor y Hoth para hacer caer al Imperio Galáctico, esta vez son la voz de la experiencia para el trío de protagonistas que debuta en esta película: Poe (Oscar Isaac), Finn (John Boyega) y Rey (Daisy Ridley). También habrá un robot nuevo. BB-8 tendrá que hacerse un hueco para brillar tanto como la pareja de autómatas más famosa de la historia: C-3PO y R2-D2.

Y estos son todos los datos que tenemos hasta el momento, aparte de los avances y rumores. ¿Cuál será el nuevo rol de Luke Skywalker? ¿Recogerá el testigo de su padre y será el malo? Para saber estas respuestas y muchas otras tendremos que ir al cine, y comprobar si las nuevas entregas satisfacen al niño emocionado que llevamos dentro.

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