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LOS BENEFICIOS DEL MINDFULNESS EN L@S NIÑ@S


Hoy en día, el ritmo de vida que llevamos los adultos es, en algunas ocasiones, caótico. Vamos corriendo de un lado a otro, hacemos las cosas deprisa y con prisa, y esto provoca que nos encontremos inmersos en un estado de agobio y estrés constante. Sin darnos cuenta, esta ansiedad se la contagiamos a todos aquellos que tenemos alrededor, incluidos a los más pequeños de la casa, y es tan grande la espiral en la que nos encontramos, que tenemos verdaderas dificultades para manejar la tensión y las preocupaciones de manera efectiva y saludable.

Se ha demostrado que el mindfulness no solamente ayuda al manejo del estrés, la ansiedad y la depresión, sino que también es efectivo en problemas conductuales, trastornos de déficit atención, hiperactividad e impulsividad.

Pero, ¿qué es el mindfulness?

El mindfulness es una práctica milenaria proveniente del mundo oriental y, aunque no existe este término en castellano, lo podríamos traducir como “conciencia plena”. Según Eline Snel, el mindfulness no es otra cosa que estar "conscientemente presente”, es decir, ser conscientes de nuestros pensamientos, emociones, sentimientos y de nuestro cuerpo aquí y ahora. Y en eso consiste esta técnica, en centrarnos en el momento presente, permitiéndonos aceptar nuestras emociones tal cual las sentimos. Hasta hace pocos años se pensaba que la meditación era un proceso demasiado difícil para los niños. Sin embargo, Eline Snel ha demostrado en estudios recientes la eficacia de esta práctica en menores, ya que son capaces de desarrollar, a su manera, una vida interior profunda. De igual manera, se constatado que los ejercicios de mindfulness tiene efectos positivos en niños y adolescentes, ayudándoles a concentrarse, tranquilizarse y manejar sus emociones de manera óptima.

Beneficios del mindfulness

Son muchos los beneficios que el mindfulness proporciona a los niños:

  1. Favorece el autocontrol

  2. Mejora el aprendizaje, la creatividad y el rendimiento académico.

  3. Mejora la concentración y la atención: al trabajar el presente y el ahora, a través del reconocimiento de nuestro cuerpo y estado, favorece que los niños mejoren su capacidad de atención, no solo sobre si mismos también sobre su entorno.

  4. Les ayuda a regular sus emociones, a encontrar la tranquilidad y el equilibrio cuando se sienten enfadados, angustiados, molestos… esto les ayuda a ser más seguros en si mismos.

  5. Potencia la memoria

  6. Mejora de la salud en general

  7. Reduce el estrés: como bien sabemos, al igual que los adultos, los niños de nuestra sociedad no están libres de padecer en su día a día situaciones estresantes. El mindfulness ha demostrado que la práctica continuada puede reducir el estrés de mayores y pequeños.

  8. Ayuda a la relajación

Además, está demostrado que una práctica continuada de ejercicios de mindfulness mejoran las habilidades prosociales de los más pequeños como la empatía, la alegría, la paciencia, tolerancia, etc… En resumen, el mindfulness nos permite conectar con nosotros mismos y gestionar nuestras emociones, permitiéndonos así ser un poquito más felices.

Ejercicios de mindfulness para realizar con niñ@s

  1. Atencion a la respiración: Es un ejercicio muy básico y sencillo que se puede realizar varias veces al día. Se trata de centrar toda nuestra atención en nuestra respiración. Le podemos decir a los niños que observen como su tripa sube y baja cuando respiran, o como su pecho se expande o se contrae en función de la respiración. Este ejercicio lo podemos realizar cuando detectemos que los niños están nerviosos o antes de hacer los deberes o de estudiar, ya que favorece la relajación y la concentración.

  2. La campana. Haz sonar una campana o campanilla, y pídele que escuche atentamente el sonido y que levante las manos cuando ya no oiga nada (cuando el sonido haya desaparecido completamente). Con este ejercicio favorecemos la atención.

  3. Los exploradores. Dile a tu hij@ que vais a jugar a ser exploradores, visitando lugares remotos y desconocidos. En estos terrenos nos encontraremos objetos sin identificar, como distintas frutas, material escolar, objetos de decoración, etc… Por ejemplo, le mostramos una fruta, y le pediremos que la describa con los cinco sentidos: que forma y color tiene, cual es su peso, si es blando o duro, si huele a algo, a qué sabe, si suena, etc… Con este ejercicio se trabaja la atención y la concentración.

  4. ¿Qué tiempo hace por ahí dentro?. Nos sentamos cómodamente, cerramos los ojos y observamos nuestro “tiempo” interior. ¿Qué tiempo está hace?. Le preguntaremos si brilla el Sol, si hay flores, si hay algún río, montañas, etc… O, si por el contrario hay nubarrones, si llueve, si hace frío, etc.. Les podemos explicar que no pasa nada porque el paisaje ese día sea feo. A lo largo del día puede cambiar, y volverse soleado. Con este ejercicio trabajamos la toma de conciencia de cómo nos encontramos, cómo nos sentimos, y el manejo de nuestras emociones.

  5. La lupa: Este ejercicio lo podemos realizar de camino al cole, en un viaje en coche, en autobús,... Le pediremos que recuerde cinco cosas que vea durante el trayecto (un árbol, una animal, un edificio, una persona). Y le preguntaremos: ¿Cómo son?. Deberá describirlo sin juzgarlo (sin decir si es bonito o feo, si es malo o bueno), simplemente percibiendo sus características. Con este ejercicio trabajaremos la atención, la concentración y la memoria.

Consejos para la práctica del mindfulness

  • Busca un lugar tranquilo en el que nada ni nadie te moleste.

  • Elige una posición cómoda. Puedes tumbarte o sentarte. Deja que los niños elijan su posición.

  • Sé constante, ya que es con la práctica continua cuando podremos observar sus beneficios. Lo ideal sería elegir uno o dos días a la semana (siempre los mismos) y una hora determinada, por ejemplo, los lunes y miércoles a las 18:00 h. Con que practiquemos unos 4 o 5 minutos sería más que suficiente. Más adelante, podemos ir incrementando el tiempo según nuestra práctica y la edad de los niñ@s.

  • Debemos proponer a los niños esta técnica de manera lúdica y divertida y, lo más importante, de manera relajada. Si observamos que el niño se resiste, lo intentaremos en otro momento. Nunca debemos obligarles.

  • Habla sobre lo que hemos sentido o experimentado, pregúntales por las sensaciones que han sentido al terminar, aunque si observamos que no quieren hablar sobre ello, debemos respetarlos.

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